(las horas redondas son las horas de fruncir los ojos,
apretarlos y rascarse la nariz,
sostener el nudo de la espalda y eventualmente afilar el oído
y aguantar la respiración y ver caer todo eso
como cae una pila de libros turumtúm y suspiran a coro
todos los ascensores del mundo
con un pequeño salto parecido a un traspié
solo para quedar de cara a cualquier cosa
que cumpla el rol de pared
una vez y otra vez y no sé para qué esperas
la corroboración del hastío en un colchón tan elongado)
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